Hoy he estado en la despedida que Lleida, familia y amigos, le han rendido al alpinista Juanjo Garra.
No mentiré diciendo que éramos amigos,
porque de hecho a quien conocí mucho antes fue a su mujer Assumpta, y con él
lamentablemente solo había hablado unas cuantas veces. Ese pequeño contacto
me sirvió para entrever con claridad que era una persona sencilla, sincera y
con una voluntad de hierro.
Estos días, después de conocer el trágico
desenlace, me ha venido una imagen de hace unos 25 años cuando me encontraba
haciendo un curso de monitor de Esplai, y Assumpta era una de las monitoras del
equipo. El recuerdo que revivo se refiere a una de aquellas noches sentados
delante de una hoguera y la que entonces era novia de Juanjo, nos explicaba
emocionada que él era uno de los alpinistas integrantes de una expedición que
hacía solo un día había coronado por primera vez un 7000 (Lenin 7134 m. en Tajidistan). En mi ignorancia pensé en aquel momento que aquello debía ser casi como subir al Everest, que coronaría años más tarde. Aquel momento, sin embargo, era el inicio de esa carrera, que iba a ser su pasión, como gran alpinista.
De aquel hecho casual, ha pasado en mi
caso más de media vida, pero escuchando las muchas palabras entrañables que diversas personas hoy, y todos estos días le han dedicado, confieso que me ha quedado claro que él era una de esas
personas especiales a las que valía la pena conocer en profundidad.
He encontrado excepcional una de sus citas
más recordada, referida al hecho que no
se corona una montaña hasta que después de hacer cima, estas de
regreso en el campamento en
disposición de compartir la experiencia con los demás.
Ha sido un acto emotivo, cargado de calidez,
a pesar del frío y el viento que hacía en l'Esplanada del Rei de la Seu Vella
de Lleida, y de sensaciones intensas, con palabras profundas hacia un desenlace en
sentimientos de cariño que desde allí ese aire gélido habrá trasladado, junto
con los globos que Assumpta y su hija Aina han dejado ir, hasta él en ese cielo donde
seguro descansa su alma. Su cuerpo lo hará para siempre en el Himalaya.
DEP Juanjo.
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